Ahora
bien, la siembra clandestina en el periodorepublicano,
también se extendió por el valle del río Cauca, destacándose así algunos lugares importantes
para dicha siembra, ubicados en los márgenes del río Cauca, zonas que desde
antes del establecimiento del monopolio ya se habían dedicado a la producción
tabacalera, lo que explicaría la persistencia y la feroz defensa de sus
cultivos prohibidos. Esta actividad era realizada por "hombres libres de todo los colores," esclavos huidos y desertores, y al igual que el comercio de la hoja obedecía a situaciones socieconómicas, y no hacía distingos de genero ni de edad, por lo que las mujeres también se destacaron en esta practica, además era hecha generalmente por unidades familiares.
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Mujeres labriegas, imagen: http://www.olapolitica.com/content/los-di%C3%A1logos-de-paz-y-el-debate-sobre-la-tierra-0 |
La
derroca de tabacales y la siembra clandestina se hacía principalmente en sitios
o montes de los cantones al norte del valle del río Cauca, como Tuluá,
Buga la Grande, Cartago, Cañaveral, Sopinga, Toro, y Anserma, y más al sur como
el Palo y Santa Ana, jurisdicción de
Caloto y lo montes de Güengüe. También alrededor de la factoría de Palmira, o
en lugares de su jurisdicción, como el cantón de Palmira, El Bolo, Potrerillo,
Buchitolo, Guayabal, Tarragona, entre
otros.
Panorama
de la siembra clandestina a lo largo del valle del río Cauca, 1821 a
1848.
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Fuente: Ubicación de los principales lugares de siembra clandestina, elaborados por Karen Lissette Salazar, de acuerdo a los documentos del fondo tabacos del Archivo Central del Cauca. |
Cabe
señalar que la gran mayoría de cantones eran atravesados por ríos, y muchas de
los sembradíos se encontraban en las riveras de éstos, un mecanismo utilizado
por los cultivadores clandestinos, para poder defender sus tabacales, pues el
acceso a estos lugares era difícil debido a lo desastrosos que eran los
caminos, y así mismo al momento de recoger la cosecha, transportar fácilmente
el producto en canoas, sin ser vistos por las autoridades, para posteriormente
trasladarse por callejones, que de estos lugares, los comunicaban con las
provincias de Antioquia, Choco, Popayán, y Pasto, donde generalmente vendían el
tabaco.
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Vista del Magdalena. Tomado de Gaspard-Théodor, lámina en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/diciembre-2013/un-rio-que-cambia |
Mostrando
así otra estrategia de los contrabandistas, y era el cultivo ilegal en zonas de
frontera, pues de los lugares ya
mencionados, eran Sopinga, Toro, Cañaveral,
Cartago, Anserma y el Palo, jurisdicción de Caloto, donde más se
concentraba el cultivo y el comercio ilegal, pues los caminos y ríos que
atravesaban estos sitios los comunicaban directamente con las provincias ya
mencionadas, creándose así unas redes sociales y familiares, que les permitían
a los contrabandistas seguir sembrando y comerciando ilegalmente.
En
este sentido es de señalar que las restricciones en torno al cultivo de tabaco,
las leyes que preveían el castigo para quienes quebrantaran la norma, las
políticas y el control ejercido por las elites vallecaucanas, emanaban del
antiguo orden colonial, que pretendía mantener un orden moral y social, de ahí
que cualquier intento por cuestionar el
sistema republicano, o pretender alcanzar cierta autonomía política, social o
económica, era motivo para perseguir, vigilar y reprimir a quienes se
sublevaran en su contra tildándolos de “malhechores.”
Además
las penas contra los cultivadores si bien eran severas, porque contemplaban la
cárcel, no se podían aplicar, porque la mayoría de veces los cultivadores
lograban huir, dejando abandonados sus tabacales, y nadie daba razón de sus
dueños. En
este sentido, cabe anotar que para el gobierno, y los funcionarios de la renta,
los contrabandistas o defraudadores eran considerados, desde traidores a la
patria, hasta malhechores. Apelativo que
se ganaron gracias a la ferocidad con que defendían sus tabacales.
Dicha
resistencia pudo deberse también al hecho de que los mecanismos de control y
vigilancia, ejercidos por las autoridades entre más represivos, mayor
irritación y agitación causaban en estas comunidades, que respondían
furiosamente a las aprehensiones. Ganándose así la reputación de rebeldes y
difíciles. Lo que ocasionó que dicha represión a pesar de ser constante, no
lograra acabar con la siembra clandestina, al norte y al sur del valle del río Cauca.
Para
entender porque estos lugares se convirtieron en regiones neurálgicas para el
comercio y siembra clandestina de tabaco, resulta pertinente no solo resaltar
que estas eran tierras o terrenos
baldíos de difícil acceso, cuestión aprovechada por negros huidos, mestizos y
blancos pobres que desde tiempos de la
colonia, y durante casi toda la primera mitad del siglo XIX se asentaron en
estos lugares para reclamarlos como suyos y defenderlos para evitar así, ser
dominados y controlados por el gobierno
virreinal, y republicano, asumiendo de esta manera una posición política,
y social; sino que también es necesario resaltar también la importancia de la geografía en este
aspecto, pues la mayoría de estos cantones estaban ubicados en las vertientes
del valle del río Cauca, y sus caminos por desastrosos que fueran conducían a
las provincias del suroccidente y
nororiente del país.
Vista del Cauca, cerca de Cartago, Lámina: http://www.banrepcultural.org/node/44385 |
En
este orden de ideas resulta pertinente hacer especial mención de Sopinga y el
Palo al norte y sur del valle del río Cauca respectivamente, ya que al
ser lugares fronterizos, es decir que se comunicaban con provincias como la de Antioquia o la de Popayán, permitían la siembra, el transito del contrabando
y el comercio ilegal de la hoja con otros labriegos o pobladores de estas regiones.
Campesinos del valle de Medellín. Neuville y charles saffray.Lamina en : http://www.banrepcultural.org/node/44407 |
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