sábado, 11 de junio de 2016

Siembra Clandestina.


Ahora bien, la siembra clandestina en el periodorepublicano, también se extendió por el valle   del río Cauca, destacándose así algunos lugares importantes para dicha siembra, ubicados en los márgenes del río Cauca, zonas que desde antes del establecimiento del monopolio ya se habían dedicado a la producción tabacalera, lo que explicaría la persistencia y la feroz defensa de sus cultivos prohibidos. Esta actividad era realizada por "hombres libres de todo los colores," esclavos huidos y desertores, y al igual que el comercio de la hoja obedecía a situaciones socieconómicas, y no hacía distingos de genero ni de edad, por lo que las mujeres también se destacaron en esta practica, además era hecha generalmente por unidades familiares.
Mujeres labriegas, imagen: 
http://www.olapolitica.com/content/los-di%C3%A1logos-de-paz-y-el-debate-sobre-la-tierra-0
La derroca de tabacales y la siembra clandestina se hacía principalmente en sitios o montes de los cantones al norte del valle del río Cauca, como Tuluá, Buga la Grande, Cartago, Cañaveral, Sopinga, Toro, y Anserma, y más al sur como el Palo y Santa Ana,  jurisdicción de Caloto y lo montes de Güengüe. También alrededor de la factoría de Palmira, o en lugares de su jurisdicción, como el cantón de Palmira, El Bolo, Potrerillo, Buchitolo, Guayabal, Tarragona,  entre otros.



Panorama de la siembra clandestina a lo largo del valle del río Cauca, 1821 a 1848.
Fuente: Ubicación de los principales lugares de siembra clandestina, elaborados  por Karen Lissette Salazar, de acuerdo a  los documentos del fondo tabacos del Archivo Central del Cauca.


Cabe señalar que la gran mayoría de cantones eran atravesados por ríos, y muchas de los sembradíos se encontraban en las riveras de éstos, un mecanismo utilizado por los cultivadores clandestinos, para poder defender sus tabacales, pues el acceso a estos lugares era difícil debido a lo desastrosos que eran los caminos, y así mismo al momento de recoger la cosecha, transportar fácilmente el producto en canoas, sin ser vistos por las autoridades, para posteriormente trasladarse por callejones, que de estos lugares, los comunicaban con las provincias de Antioquia, Choco, Popayán, y Pasto, donde generalmente vendían el tabaco.
 
Vista del Magdalena. Tomado de Gaspard-Théodor, lámina en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/diciembre-2013/un-rio-que-cambia 






Transporte, Neuville y Charles Saffray, Lámina: http://www.banrepcultural.org/node/44385


Mostrando así otra estrategia de los contrabandistas, y era el cultivo ilegal en zonas de frontera,  pues de los lugares ya mencionados, eran Sopinga, Toro, Cañaveral, Cartago, Anserma y el Palo, jurisdicción de Caloto, donde más se concentraba el cultivo y el comercio ilegal, pues los caminos y ríos que atravesaban estos sitios los comunicaban directamente con las provincias ya mencionadas, creándose así unas redes sociales y familiares, que les permitían a los contrabandistas seguir sembrando y comerciando ilegalmente.

En este sentido es de señalar que las restricciones en torno al cultivo de tabaco, las leyes que preveían el castigo para quienes quebrantaran la norma, las políticas y el control ejercido por las elites vallecaucanas, emanaban del antiguo orden colonial, que pretendía mantener un orden moral y social, de ahí que cualquier  intento por cuestionar el sistema republicano, o pretender alcanzar cierta autonomía política, social o económica, era motivo para perseguir, vigilar y reprimir a quienes se sublevaran en su contra  tildándolos de  “malhechores.”

Además las penas contra los cultivadores si bien eran severas, porque contemplaban la cárcel, no se podían aplicar, porque la mayoría de  veces los cultivadores lograban huir, dejando abandonados sus tabacales, y nadie daba razón de sus dueños. En este sentido, cabe anotar que para el gobierno, y los funcionarios de la renta, los contrabandistas o defraudadores eran considerados, desde traidores a la patria, hasta  malhechores. Apelativo que se ganaron gracias a la ferocidad con que defendían sus tabacales.

Dicha resistencia pudo deberse también al hecho de que los mecanismos de control y vigilancia, ejercidos por las autoridades entre más represivos, mayor irritación y agitación causaban en estas comunidades, que respondían furiosamente a las aprehensiones. Ganándose así la reputación de rebeldes y difíciles. Lo que ocasionó que dicha represión a pesar de ser constante, no lograra acabar con la siembra clandestina, al norte y al sur del valle  del río Cauca.

Para entender porque estos lugares se convirtieron en regiones neurálgicas para el comercio y siembra clandestina de tabaco, resulta pertinente no solo resaltar que estas eran tierras  o terrenos baldíos de difícil acceso, cuestión aprovechada por negros huidos, mestizos y blancos pobres que desde tiempos de la colonia, y durante casi toda la primera mitad del siglo XIX se asentaron en estos lugares para reclamarlos como suyos y defenderlos para evitar así, ser dominados y controlados por el gobierno  virreinal, y republicano, asumiendo de esta manera una posición política, y social; sino que también  es necesario resaltar también la importancia de la geografía en este aspecto, pues la mayoría de estos cantones estaban ubicados en las vertientes del valle del río Cauca, y sus caminos por desastrosos que fueran conducían a las provincias del suroccidente  y nororiente del país.


Vista del Cauca, cerca de Cartago, Lámina: http://www.banrepcultural.org/node/44385




En este orden de ideas resulta pertinente hacer especial mención de Sopinga y el Palo al norte y sur del valle  del  río Cauca respectivamente, ya que al ser lugares fronterizos, es decir que se comunicaban con provincias como la de Antioquia o la de Popayán, permitían la siembra, el transito del contrabando y el comercio ilegal de la hoja con otros labriegos o pobladores  de estas regiones.


Campesinos del valle de Medellín. Neuville y charles saffray.Lamina en : http://www.banrepcultural.org/node/44407

No hay comentarios:

Publicar un comentario